Dios penetra, mueve las fibras más íntimas y permite que te conectes con
tu historia.
El evangelio del día (Lc 14,25-33) miércoles es de mis favoritos, para mí de los
más retadores e interpelantes, me encanta contemplarlo:
“…Caminaba con Jesús una gran
muchedumbre y él, volviéndose a sus discípulos…”
¡Me quede aquí! fueron muchas mociones
en las que concluía la oración matutina pidiendo a Dios en mi opción como SJ,
mucha pero mucha audacia, libertad y
discernimiento.
Por la noche me encontré en el Facebook de MACREY Venezuela una imagen que me encantó, fue tan
inspiradora. Se me vino a la mente la Hermana Conchita Ramos y esa pregunta que
le hice cuando estaba en el segundo año del Bachillerato.
- ¿Hermana
usted es española? – Pregunté -
- ¡Soy
Internacional! – Respondió -
Imagen Publicada por MACREY VENEZUELA |
La anécdota quedo engavetada por 13 años. Finalizando la jornada del miércoles,
buscando con el corazón en el mapa ese lugar “Internacional” , comprendí que
para llegar allí es necesario audacia,
libertad y discernimiento y que las 24 hermanas de la foto, unas ya en la
casa del Padre y otras todavía entre
nosotros alegrándonos los días, son testimonios vivos y caminantes de que es
posible el seguimiento al Señor por medio de nuestro carisma Ignaciano –
Legariano.
Estas hermanas soñadoras no dejaron de soñar, es más, todavía siguen soñando, lo percibo en sus ojos
y en sus palabras confirmo que con esperanza ellas ven a las nuevas
generaciones de Esclavas de Cristo Rey, a los jóvenes de sus obras como
protagonistas e impulsores de este sueño que inició con Don Pedro en 1916 y que ellas después de tantos años de entrega pasan el testigo.
Vuelvo a la foto, la primera
hermana que reconocí fue la madre Vargas y es precisamente esta hermana la
primera que veo siempre al acercarme al Colegio Cristo Rey, ella es la que da “luz
verde” para poder entrar, en nuestros primeros encuentros me llamaba: “El joven
de Macrey”, “el que viene a ver a Irma”, luego, el “casi jesuita” y después de
mis votos ya me llama “Jesuita”, todas estas categorías no varían el cariño que
me demuestra siempre.
Luego encontré a la Madre Angelita, la encontré por la ternura que
irradia en la foto, ternura que con los años no pierde y que refleja en cada oportunidad
que me dice:”¡Majo! ¿Cuándo piensas engordar?”
Hoy estuve visitando a las hermanas, fui con la foto.
La madre Martinez observando la foto. |
Me emocione cuando conseguí a mi madre Martínez, le dije: “Madre dígame ¿dónde
está usted?” ella me respondió: “Oye aquí estoy, pero si era alta y mira mis
cachetes – mientras se los tocaba intentando buscar los de la foto - . ¡No deja
de sorprenderme! hoy me acompaño a la puerta y me dijo tres veces - como diciendo no dudes que te encomiendo – “Dios
te bendiga abundantemente”.
En la foto también aparecen mis queridas madres Margarita, Conchita, Josefina,
entre otras.
No podía dejar por fuera a quien se está convirtiendo en los últimos años
“en mi alta pana”, hablando informalmente, la Madre Leyla. Para ella soy “su
amigo de los zapatos colorados”, no le hablen de Isaac, háblenle de los zapatos
colorados y recordara.
Con ella cierro este relato, juntos ojeábamos un libro de la Historia de
la congregación, un libro gordo rojo. Yo ya me encontraba planeando este relato esperando que sirviera de
inspiración el testimonio de estas hermanas para muchos jóvenes.
Como si me hubiese leído la mente, la Madre Leyla concluyó: “No te mates
tanto, al final esto es obra todo de Dios” – Señalándome el libro.
Isaac Daniel Velásquez SJ
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