“Soy todo de mi Dios, nada hay en mí de que pueda gloriarme, sino pecado
y miseria”
1.
Salmo desde la entrega total
Me conoces por
dentro y por fuera
y sabes muy bien
todo lo que me ata
y me impide
seguirte por entero, sin condiciones.
Tú quieres habitar
en mi corazón.
Has llamado, has
entrado
y me has dicho:
«Conmigo lo puedes todo».
Algo dentro de mí
empieza a cambiar
y mi alma, que sin
ti estaba muerta,
comienza a revivir
al sentir tu presencia.
¡Qué bueno eres
conmigo, Señor!
¡Con qué cariño me
mimas! ¡Con qué amor me miras!
A pesar de alejarme
tantas veces de ti,
tú no dejas de
estar a mi lado.
A pesar de
despreciarte en múltiples ocasiones,
tú no te alejas ni
un solo momento de mí.
A pesar de todo,
Señor, a pesar de todo,
siempre estás
conmigo.
Aunque yo parezca
más fuerte que tú,
tu bondad y tu amor
pueden conmigo.
A veces parece
imposible que pueda cambiar,
pero ahí estás tú,
Señor, rompiendo mis cadenas.
Rompiendo todas las
ataduras que me alejan de ti.
Por eso, Dios mío,
te puedo decir con el corazón en la mano
que aquí estoy,
todo tuyo.
Contigo estoy
vencido, Señor.
Por más que luche,
tú acabas conquistándome.
Contigo nunca me
perderé.
Por más que ame lo
que tú no amas,
cuando te siento en
mi alma
termino amando lo
que tú amas.
Tu mano poderosa me
va cambiando por dentro.
Soy todo tuyo.
Tu brazo poderoso
me aleja de las vanidades que me rodean.
Soy todo tuyo.
Tu mirada profunda,
llena de amor, me arrastra hacia ti.
Soy todo tuyo.
Poco a poco, sin
que me dé cuenta,
vas ganando terreno
en mi alma
y acabas
venciéndome y liberándome a la vez.
Y, ahora, Señor,
que estás dentro,
puedo decirte que
tu presencia es más dulce que la miel,
más dulce que
cualquier placer.
Ahora, Señor, que
estás dentro,
puedo decirte que
tu presencia es más íntima
que mi misma
intimidad;
más grande que
cualquier grandeza;
más hermosa que
cualquier hermosura.
Aquí estoy, sólo
para ti,
porque me haces
libre de verdad;
porque rompes todas
las cadenas que me atan;
porque me has
traspasado el corazón
y te he amado,
porque te he
gustado
y ardo en deseos de
tu amor.
Aquí estoy, sólo
para ti, mi Dios.
Aquí estoy, sólo
para ti, porque eres mi Señor.
Aquí estoy, sólo
para ti. Eres mi Salvador.
Aquí estoy, todo
tuyo, sólo para ti.
0 comentarios:
Publicar un comentario